-frágil destino de mi pobre arcilla-. / Hijo, cuando yo no exista, / tu serás mi carne, viva. / Verso, cuando yo no hable, / tú, mi palabra inextinta". Angela Figuera Aymerich.
Las refriegas y más refriegas dialécticas y gestuales entre los dirigentes y los aspirantes de estos reinos briboneros de a cuatro son ya tan habituales que por no creer no lo hago ya ni en las encuestas aderezadas y menos en sus esfuerzos por el "bien común".
Mientras, el corresponsal del diario Frankfurter Allgemeine Zeitung (¡chúpate ésa!, diría un castizo) sostiene que "España ha perdido el control" y "Especialmente en las costas se quería salvar la economía con la temporada de verano". Evidentemente no ha inventado la pólvora pero viene a plasmar la opinión de muchos de quienes somos pueblo soberano que hemos acatado decisiones difíciles de digerir.
Y así estamos. Ateos y agnósticos políticos, enfadados y humillados ante el espanto de las cifras, asqueados por la mediocridad profesional y personal de quienes se llaman nuestros representantes, asustados ante el caos que se avecina y con el alma encogida puesto que una vez más los fallecidos en las residencias y en soledad no les avergüenzan y sobre todo no les conmueven.
En cuanto a este rincón tan suyo
ejemplo de masas copando alquileres en negro, mastodontes arquitectónicos y con pocas salidas económicas de otro tipo, ve la llegada del invierno con pavor.
Existen asuntos que no finalizan nunca. Como en el poema: "Siglos de cien años pasen ..."
Una exposición,
Una lectura
Y
-Pepa Terrón-