lunes, 3 de agosto de 2020

"... Y paso largas horas preguntándole a Dios,




preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid, por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo...". Dámaso Alonso.

Crecen los contagios en el mundo y en los reinos briboneros, desgraciadamente, no nos quedamos a la zaga. Inglaterra, por señalar ejemplo, ha desaconsejado desplazamientos a nuestro país. Evidentemente, no por sentido de la responsabilidad sino por economía y para que los jurdós no salgan del reino de su Graciosa Majestad.

Durante años a la borregada  en Benidorm, Magaluf o Ibiza se les permitía todo .... desde subirse a un avión a punto de coma etílico a "chingueteos" en las calles. Siempre me he cuestionado  -cuando cuentan lo que gastaba cada ciudadano en estas tierras- cual sería el coste de lo que reventaban, desde mobiliario urbano a servicios públicos de limpieza.

Mientras, continúan llegando pateras de explotación y contagio en lista interminable. Y las condiciones de los temporeros y la falta de escrúpulos e inspectores, se salda con una vileza.


En cuanto a este rincón que fue y no mantuvo, debido a la codicia de las tribus que ostentan "importancia", necesitaría el grupo de voluntarios de Altea (dado que Protección Civil, controladores, etc... están al límite) que recuerden a "olvidadizos" el uso obligatorio de mascarillas. De paso, también que "aprendan" a calcular distancias, dado que hay quien, osadamente, no parece entender aunque el idioma sea el mismo.






Tampoco estaría mal que quien tenga autoridad para resolverlo, obligue a responsables de establecimientos de comida, etc... que la distancia física entre mesa y mesa se mantenga. Salta a la vista que en algunos no hay ni cincuenta centímetros.

Un fallecimiento



En Bruselas, teatro 



y


                
                                                -Pepa Terrón-