El Chiscón de La Pepa: ".. OH España, qué vieja y qué seca te veo.

Quisiera asistir a tu sueño completo, / mirarte sin pena, lo mismo que a la luna remota, / hachazo de luz que no hiende los troncos ni pone la llaga en piedra. / Qué tristes he visto a tus hombres. / Los veo pasar a mi lado, mamar en tu pecho la leche, comer de tus manos el pan / y sentarse después a soñar bajo un álamo, / donde dorar con el fuego que abrasa sus vidas, tu dura coterza. / Les pides que pongan sus almas de fiesta / no sabes que visten de duelo, que llevan a cuestas el peso de tu acabamiento, / que ven impasibles llegar a la muerte tocando sus graves guitarras ...". José Hierro.

Se hizo esperar, algo frecuente en determinados políticos. Por fin apareció. Sin la chulería, soberbia y prepotencia habituales y hasta con toque teatrero de humildad confirmó lo temido para miles de ciudadanos madrileños porque lo son. En mi tierra jamás hemos puesto etiqueta a quienes sientan sus reales: extremeños, gallegos, peruanos, vascos, andaluces, colombianos o senegaleses.

Después otro de los suyos, comunicaba el número de rastreadores que habrá en octubre. Perpleja, me he preguntado los motivos por los que no se contó con ellos antes, al igual que tampoco se cumplió el reforzar las plantillas de servicios sanitarios o se aumentó la frecuencia de vagones de metro y de trenes de cercanías.

Mientras que escuchaba Alcobendas, Moraleja de Enmedio, San Sebastián de los Reyes "Sanse", Parla, Fuenlabrada "Fuenla", Humanes de Madrid y Getafe se me revolvieron las tripas ante lo que están sufriendo y lloré con rabia y dolor por conocidos, desconocidos y por mi misma. De encontrarme allí, hubiera ignorado que soy población de riesgo y hubiera acudido a la Puerta del Sol, a clamar por la dimisión de la que nunca pudo llegar a más y los del foro a menos.

En cuanto a este municipio mediterráneo, me provoca sentimientos contradictorios ya que quizás debí limitarme a disfrutar de su sol y sus playas y no oler, no sentir, no ver, no conocer