escribí sólo para no morirme...". Oda a la envidia. Pablo Neruda.
Sería pretencioso por mi parte pensar que mis líneas casi diarias llegan a un número de lectores o que, incluso, pueden cambiar algo. Tampoco ya, al parecer, los medios de comunicación. La inmediatez de las redes sociales se muestra en cómo se propagan los disturbios por la entrada en prisión de ese individuo que, no olvidemos, tiene más condenas pendientes.
La inefable presidenta de la Comunidad de Madrid, más "castiza"de astracanada verbenera que nunca pero en su línea habitual de irrepetible, con adoquín en la mano como aquella madre de artista a la que llamaban "Margarita, seis dedos", ha definido en sede asamblearia: "... lo que nos faltaba era jalear la fiesta de niñatos que se manifiestan por un delincuente que tiene menos arte que cualquiera de los que estamos aquí con dos cubatas en un karakoe".
Niñato es un término entre peyorativo y cariñoso pero los responsables de las imágenes terribles son mucho más que antisistemas ya que sólo desean destrucción y barbarie como muestran el destrozo de comercios, escaparates, mobiliario urbano, quema de motos y coches y una larga lista de desmanes que asquea. Posiblemente, varios cobren ayudas sociales y otros tantos no sabían hasta tres días quien era el rapero.
Si añadimos que la proximidad en las refriegas provocará nuevos contagios y que ignoran el barómetro del CIS que señala que un 45,4% ha tenido a algún familiar no conviviente con coronavirus; un 51,9% a algún amigo y un 78% conoce a alguien que ha padecido la Covid-19, cuesta contenerse porque, en mi caso, he perdido amigos, familiares y gente querida que han respetado normativa y medidas.
En cuanto a este rincón mediterráneo, veinte minutos escasos median entre las dos instantáneas.
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