para que todo sea nuevamente iniciado. / Un mundo, a cada instante, nace gozosamente / para poder salvarnos. / Guerreros de lo nuestro, nadie llore derrotas. / Que cada cual se nombre castillo de si mismo, / capitán de sus actos. / No importan los escombros. Cada instante es un mundo / que afirma la continua promesa del milagro. / ¡Mirad los dulces ojos hechos a la esperanza, / creciendo siempre allí, sobre nuestros fracasos!.". Trina Mercader.
"Necesitamos fiesta y no podemos estar tanto tiempo sin ella" gritó la gachí en medio del botellón. Está claro que para la jauría de insensatos que los fines de semana avergüenzan e indignan, los mayores debemos profesar como cartujos.
Ajenos a los fallecidos, a la situación económica y a todo, su diversión consiste en "colocarse" cuanto antes mejor, es decir, al pisar calles y plazas y su rebeldía en no utilizar mascarilla y apretujarse con especímenes semejantes y con la "valentía" que proporciona la colectividad, enfrentarse a fuerzas de orden y trabajadores de limpieza.
En cuanto a este rincón mediterráneo,
Mucho más que una curiosidad
Y una película