lunes, 26 de octubre de 2020

... ¿Qué haremos en invierno

 -me preguntas-, sin un mal cobertor que nos defienda / del frío?. ¿Qué participada prenda / abrigará las desnudeces juntas?". Alfonso Canales. 

He decidido no aprender nombres, situaciones, reglas de estados de alarma, etc... No significa que, a pesar de todo, ignore la responsabilidad individual. El resto, la colectiva, empieza a dar pavor porque, se quiera o no, ha aumentado considerablemente la violencia, el cabreo (nunca se paga contra el causante sino con el que pasaba por allí), el hastío, el miedo y la desesperanza.

Mientras, en estos reinos briboneros de cuatro, con las ideas y venidas de una clase política que se mueve entre la poltrona, la mediocridad, la inteligencia de algunos y el desastre generalizado, ni un gesto que transmita realmente cercanía a los colectivos que ya son todos vulnerables salvo los que en las crisis aumentan fortunas. Tampoco hay visos de que renuncien a privilegios aunque sean testimoniales.

En el centro, un valido transmite que el "honorario" ex emérito está deprimido porque no ha podido volver para estar presente en el funeral de Fernando Falcó, amigo desde la juventud y nosotros el pueblo soberano, nos convertimos en carpantas porque aquello de las tragaderas. 

Al lado, José Bono es también dominicano. Mediante Decreto, el presidente de esa República le ha concedido la "naturalización privilegiada", un proceso que se reserva a los extranjeros que han prestado grandes servicios y que lleva aparejada la dispensa de los requisitos necesarios.

Y si nos centramos en este rincón del Mediterráneo



sería relativamente fácil controlar el descontrol de las mascarillas, sobre todo los que se trasladan, en su perfecto derecho, dada la situación de sus países de origen. Como en el poema: "todo he desalojado para tu mejor dominio". En este caso, que hagan lo que les da real porque nos proporcionan "beneficios", ese mal endémico que arrastran los municipios de sol y playa aunque ahora sean migajas.

No tiene sentido que habiendo sitio en la playa las dos kotufas alemanas se te sienten al lado. Se explica. Lo ignoran. Nadie, con autoridad, en las cercanías. Tampoco en las terrazas con la gente agrupada o fumando juntos en amor y compaña por no mencionar trabajadores y conductores. 

Una lectura

Una película


Y


      

                                                -Pepa Terrón-