mi casa no tendrá llaves. / siempre abierta, como el mar / al sol y el aire. /Que entren la noche y el día / y la lluvia azul, la tarde, / el rojo pan de la aurora, / la luna, mi dulce amante. / Que la amistad no detenga / sus pasos en mis umbrales, / ni la golondrina el vuelo, / ni el amor sus labios. Nadie. / Mi casa y mi corazón / nunca cerrados: que pasen / los pájaros, los amigos, / el sol y el aire". Marcos Ana.
Hoy, al ver pasar al repartidor de butano, se me ha instalado un puntito en el corazón. Frente a críticas (tiempo habrá) y actitudes carrroñeras esa profesión como tantas imprescindibles garantizan que contemos con luz, agua y suministros. Nunca les hemos prestado atención y sin embargo, ahora más que nunca, tomamos conciencia de la situación en los campos de refugiados o en los colectivos vulnerables.
Jamás en los reinos briboneros de a cuatro se ha aplaudido tanto y de manera tan sincera. Sí me sorprende, ante la necesidad de afecto y el entusiasmo por una nueva alta, que, a veces, no se guarden en las puertas de los hospitales, las medidas de separación impuestas y es obligación de los medios de comunicación recordarlo hasta la extenuación.
En cuanto a este rincón del Mediterráneo y en la calle bulliciosa ahora de silencio cortante sólo roto por el trasiego necesario, la majestuosidad de su Peñón sobrecoge
Un fallecimiento, al parecer, tras una larga enfermedad. Juan Padrón, cineasta y dibujante tenía 73 años. Desde hace años, un dibujo suyo me acompaña
Y una iniciativa
-Pepa Terrón-